23 de octubre de 2014

Un pirata con L

Me crié entre piratas.


Aprendí siempre de los mejores, por lo menos para mí siempre lo han sido. Me enseñaron a ver que las mayores guerras siempre se luchan pero siempre se deben ganar. Y pese a ello, nunca ganamos todas. Me enseñaron que una sonrisa se antepone al peor de los problemas, que es la mejor medicina para curar a los que luchan a tu alrededor o que tan sólo es la mejor de las estrategias para proteger a los tuyos.



Fui grumete de inicio, fui creciendo bajo la tutela de mis predecesores piratas. Ellos me ayudaron a caminar poco a poco hacia adelante, y así lo hice. Crecí entre muchos mares, salvando mareas y tempestades, pasando periodos de hambruna y tiempos de enfermedades. No obstante, siempre fue con ellos. Nuestro rumbo siempre fue firme, quizás un poco lento pero jamás no detuvimos; no nos gustaba desplegar la vela mayor para correr más si ello conllevaba perdernos las muchas cosas que nos deparaba el viaje.Y con tanto y con tan poco nos metimos en más problemas; nos intentaron abordar, nos dispararon con cañones a herir, nos quisieron hundir. Yo tuve miedo y jamás me vi envuelto de manera de directa en aquellas batallas; pregunté si habían problemas, pero sólo se giraron y me sonrieron.



Pero el tiempo nos enseñó a que los caminos se acaban, y bajo un manto de 100103 estrellas luchamos contra la peor de nuestras batallas; nuestra peor derrota. De la que a día de hoy seguimos lamiéndonos las cicatrices. El capitán del barco nos dejó y bajo aquella nube de incertidumbres, de tristezas y decepciones afloraron sentimientos de poder, de envidias y reproches que crearon en si un motín dentro de nuestro barco. Sentí que yo era parte de aquello y por primera vez cogí mi sable y me enfrenté a aquellos problemas. Cuando todo parecía sangre y sudor, una figura grande se postró ante nosotros con una voz firme y contundente: "Este barco es mío". Se diluyeron las ganas de luchar, la unión se volvió a restablecer con más obstáculos de los que nos podíamos imaginar, sin embargo, allí estaba ella, la nueva capitana de nuestro barco, que al verme se giró y me sonrió.



Crecí bajo aquellas tutelas de los grandes, fui valiente y duro, me enfrenté a aquellos pequeños problemas que nacían de los pequeños embrollos que un pequeño grumete se enfrentaba en sus primeras andaduras como miembro de un barco pirata. Aprendí a luchar solo, dominé el arte del sable y de la pistola con destreza y cada vez que luchaba me sentí ganador. Conseguí hacerme valer entre mis camaradas y aprendí a caminar con firmeza e ir hacia adelante.



Pasaron muchos años desde entonces, ya hemos librado las grandes batallas, y pese a que nuestro barco está tocado jamás nos han hundido. Nuestro código sigue intacto, somos piratas y afrontamos los problemas. Pero nadie imaginaba que nos volveríamos a enfrentar a un nuevo motín, una nueva etapa de enfermedad que hacía peligrar el mayor de nuestros piratas. Ya viví una época así, una transición, un cambio de poder. Empezaron a aflorar de nuevo grandes choques de soberbia y ambición, y lo único que pensé fue en acercarme a nuestra capitana, a la gran Pirata; que sentada en su silla del camarote del capitán fijó su mirada en mí; pensé en que le debía tanto... Que cuando me di cuenta de que sus ojos se humedecían simplemente me salió girarme y sonreír; "Todo va a salir bien" fueron mis palabras más sinceras.


Hoy me enfrento a muchas batallas, muchos frentes abiertos, pero el valor de un pirata es infinito, así me lo enseñaron y así lo apliqué siempre en mi vida. Y pese a ello me siento perdido, sin un rumbo claro que coger. Sé que he dado un salto, que ya no soy un simple grumete a la tutela de mis predecesores, me he herido y me he recuperado, me he buscado mis propios alimentos, me he hecho grande con coraje y valor. Pero siento que necesito navegar hacia algún lugar, dar un paso grande en esta aventura y, pese a tener todas las herramientas necesarias, todas las condiciones para hacerlo, me encuentro sin guía, sin una ayuda que me diga a dónde ir. Sé que he crecido, sé que puedo luchar contra viento y marea, sé que puedo ganar pero mi único némesis es no saber a dónde ir. 

Me he convertido en un pirata con L.