Uno va dando pasos con pies de plomo, evitando pisar donde no debe, bien por no hacerse daño y caer o bien por pisar a alguien, y aunque todo es muy oscuro, y es difícil ver una luz a lo lejos del sendero uno continua caminando.
Y así lo creo con tanto convencimiento que yo mismo me he creado mi propia realidad y con ella soy feliz. Me limito a guardar mis pensamientos y a ocultar mis sentimientos más profundos y creedme cuando digo que todo me va "bien". Soy un tempano de hielo. Y en vez de dedicar mi vida a acomplejar vidas ajenas como venganza a mi triste camino oscuro y lleno de cuestas, tan sólo me regocijo con el saber que no por hacer más difícil la existencia de quien me la ha jurado mi vida será más lúcida y llana. Cada vez que más pequeño me hago, más ganas tengo de volver a hacerme grande, y es aquí cuando todos me daban por muerto. Cuando han creído acabar conmigo no sólo quedaron sorprendidos al ver que no lo estaba sino que se sobresaltaron al ver lo grande que me habían hecho.
Cuando alguien me cierra una puerta, yo abro una ventana y con ella un nuevo camino y una nueva gota de esperanza, una nueva halo de luz a lo lejos. Y aunque doy por hecho que nunca me conformaré con mi destino, sigo caminando. Dando pasos firmes y potentes porque jamás me rendí y porque llegaré hasta el final de mi camino, aunque me llevé a un lugar donde no brillé el sol y haga mucho frío. No me gustará mi destino, pero es mi destino y lo acepto.
Conozco mi techo y mi suelo, y mientras esté seguro de donde están, de dónde piso y hasta dónde puedo tocar con los dedos siempre me cerrarán puertas e incluso me las estamparán contra la cara pero yo seguiré abriendo ventanas, y después caminos, y con todo ello me bastará para conseguir mi "felicidad".