1 de marzo de 2015

Cuando la razón quiere en lo que piensa y el corazón piensa en lo que quiere


Siempre has sido mi fiel escudera, aquella que ha defendido todas mis problemáticas y ha salido al paso con éxito de todo, mejor dicho de casi todo. Me apoyaste cuando seguramente cometí todos los errores y más, y no sólo fue así sino que lo hiciste tan bien que conseguiste ponerle siempre parches a todos los pinchazos que sufría en mi camino. 

Tenaz, fría, calculadora, decidida, valiente, decisiva, convincente, protectora... Hemos vivido muchos años, demasiados en los que has sabido aplicarte en todos los aspectos de mi vida y amoldarte a ellos para tratarlos con un mismo protocolo que, en la mayoría de casos siempre provocó mi "no sufrimiento". Me he sentido fuerte contigo, he sido invencible y nada me ha derrotado, o casi nada. Conseguiste que sobreviviera a todos los fenómenos que me tiraron al suelo, y lo hiciste firme y sin dudar, tal y como eres siempre. Nunca me sorprendes, siempre eres así. Tan correcta y previsible pero a su vez implacable y eficaz, del mismo modo que un reloj suizo. Nunca fallas aunque no siempre aciertes... Así te conozco yo desde hace ya 12 años de estrecha relación... Así eres tú Razón.

Siempre has sido intermitente, nunca me has acabado de caer bien. Te he dado mil oportunidades y todas acaban con el desastre. Por eso nunca acabé de confiar en ti. Sin embargo, me has dado momentos de locura, de diversión y de desenfreno, de experiencias inolvidables y de recuerdos que perduran en mí marcados a fuego.

Frágil, cálido, dudoso, loco, pasional, rebelde, imprevisible, peligroso, cobarde, débil... Seguramente has marcado muchas etapas de mi vida; marcando el rumbo de un ir y venir por cada uno de los desastres y los asombros que me has hecho sentir. Siempre fuiste mi condena y siempre tuve que olvidarte para levantarme. Conseguiste hacer que viviera a todos aquellos momentos que marcan pequeños detalles como una canción, una fotografía, una palabra, un número... un mote... una acción tan diminuta... Siempre has estado en un segundo plano, haciendo de las tuyas como ese cachorro que dejas sólo en casa y te la pone patas arriba... Has fallado muchas veces pero a veces aciertas de lleno... Así te conozco yo desde hace ya 12 años de nuestra intermitente relación... Así eres tú corazón.

Y sois dos hermanos, tan unidos y tan dispares. Nacidos del mismo ser y tan opuestos al hacer. Sin duda, nunca habéis sabido poneros de acuerdo porque mientras uno pensaba una cosa, el otro quería otra. Y ese ha sido nuestro juego durante muchos años. Sé que os he pedido mucho a uno y poco a otro, que seguramente no he actuado con la medida en la que os debiera haber pedido consejo pero ya es bien sabido que a los últimos acontecimientos no fuimos capaces de luchar por un lado ni por el otro. Y nos hundíamos sin salvarnos porque ya ni conseguimos vivir ni tan siquiera sobrevivir. Y cuando más oscuro era el mar en el que nos ahogábamos, más necesaria fueron vuestras manos. Os disteis cuenta que cuando en la mayoría de cosas pensabais opuesto había algo en lo que uno pensaba y el otro también quería, os cogisteis fuerte, unisteis fuerza y nos pusimos manos a la obra. Construimos algo tan bonito entre la fuerza de la razón y el cariño del corazón que conseguimos salir a flote. Supimos lo que queríamos y fuimos a por ello. Coincidimos que cuando la razón quiere en lo que piensa y el corazón piensa en lo que quiere sólo necesitamos 7 sonrisas para ser felices.