Todo hombre anhela la felicidad, pues es aquello que como fin último y perfecto concluye todos los actos del ser humano; y deberías ser feliz, pero no lo eres.
Cuando miras hacia atrás todos tus recuerdos se envuelven de momentos mágicos y momentos trágicos, todos ellos ocasionados a tu falta de actitud y sensibilidad. Siempre has reconocido ser un sarcófago que guarda todo aquello que de modo maquiavélico trama a escondidas, pero aún así diste con la tecla para conseguir todo aquello que quisiste, de tal modo que conseguiste atarlo a tu cintura con tanta maestría que ni siquiera te hacía falta mirar si estaba o no bien sujeto, pues aquéllo que atabas te lo hacía saber. Ahora das por hecho que tal camino fue inmaduro, y cuando soportaste un gran golpe contra el suelo, la cicatriz que dejó en tu pecho te hizo reconocer que ese no era el camino. Emprendiste un largo y nuevo camino, uno donde aquellos ideales en los que moverse a escondidas, donde no pudieran reconocer tus pensamientos no existieran. Tu canción favorita cantaba: "Mientras mi alma cura las penas, yo creceré a través de este dolor. Señor, yo estoy haciendo todo lo que puedo para ser un hombre mejor". Y decidiste ponerte al servicio de tus sentimientos, creíste que aquello te reportaría de nuevo una felicidad a la que siempre reconociste que no alcanzaste, que alguien te amaría de verdad, que no estarías solo.
Y has llegado al día de hoy, donde todas tus convicciones se hacen fuertes a la vez que se tambalean sobre un andamio algo desequilibrado. Deberías ser feliz, tienes cinco razones para serlo y una de ellas debería ser la que más te robe los sueños, pues te has sentido débil de nuevo. Y cuanto más bueno has sido, peor te ha ido, peor se te ha dado conseguir aquello que querías. Y miras atrás, de nuevo; ves que antes lo hubieras conseguido, que subías al cielo para secuestrar un ángel y arrastrarlo hasta tu infierno, sin piedad, sin remordimientos. Aún así te mantienes intacto, de pie, soportando uno a uno cada éxito fallido, pues cada vez que has dado un paso adelante y firme, has debido retroceder por miedo, y no solo a tu miedo, sino al del resto. Porque ya no sólo sufres por ti sino que pretendes sufrir lo que el resto sufre como estandarte a tu nuevo ideal; "BETTER MAN", el bueno, el sensato... Y mientras todos te dan palmadas en la espalda y te dicen lo mucho que vales, tu cuerpo desea estallar en un estado de entropía, donde se mezclan los mil sentimientos que por hacer fácil todo has encerrado en tu vida, ya no por ti sino por ellos.
Sientes que tan sólo eres una estación de paso, una de éstas que se ponen cuando hay obras. Y lo crees con toda convicción, pese a que tu papel te diga que no debes hacerlo saber. Crees que todo terminará porque tomaste un camino que poco a poco se va alejando el uno del otro, y pese a no querer que llegue su fin, tienes asumido que un día llegará porque jamás tuviste el poder de introducir ideas en las mentes. Tan sólo te aferras a ese tronco al que se agarra un superviviente para seguir respirando pese a que sepa que las probabilidades de sobrevivir sean escasas. No quieres que sea el fin, sin embargo, necesitas tomar una salida para destensar todos los procesos de tu mente, pues necesitas fuerzas para seguir.