30 de enero de 2012

Revolution

Todo hombre anhela la felicidad, pues es aquello que como fin último y perfecto concluye todos los actos del ser humano; y deberías ser feliz, pero no lo eres.

Cuando miras hacia atrás todos tus recuerdos se envuelven de momentos mágicos y momentos trágicos, todos ellos ocasionados a tu falta de actitud y sensibilidad. Siempre has reconocido ser un sarcófago que guarda todo aquello que de modo maquiavélico trama a escondidas, pero aún así diste con la tecla para conseguir todo aquello que quisiste, de tal modo que conseguiste atarlo a tu cintura con tanta maestría que ni siquiera te hacía falta mirar si estaba o no bien sujeto, pues aquéllo que atabas te lo hacía saber. Ahora das por hecho que tal camino fue inmaduro, y cuando soportaste un gran golpe contra el suelo, la cicatriz que dejó en tu pecho te hizo reconocer que ese no era el camino. Emprendiste un largo y nuevo camino, uno donde aquellos ideales en los que moverse a escondidas, donde no pudieran reconocer tus pensamientos no existieran. Tu canción favorita cantaba: "Mientras mi alma cura las penas, yo creceré a través de este dolor. Señor, yo estoy haciendo todo lo que puedo para ser un hombre mejor". Y decidiste ponerte al servicio de tus sentimientos, creíste que aquello te reportaría de nuevo una felicidad a la que siempre reconociste que no alcanzaste, que alguien te amaría de verdad, que no estarías solo. 

Y has llegado al día de hoy, donde todas tus convicciones se hacen fuertes a la vez que se tambalean sobre un andamio algo desequilibrado. Deberías ser feliz, tienes cinco razones para serlo y una de ellas debería ser la que más te robe los sueños, pues te has sentido débil de nuevo. Y cuanto más bueno has sido, peor te ha ido, peor se te ha dado conseguir aquello que querías. Y miras atrás, de nuevo; ves que antes lo hubieras conseguido, que subías al cielo para secuestrar un ángel y arrastrarlo hasta tu infierno, sin piedad, sin remordimientos. Aún así te mantienes intacto, de pie, soportando uno a uno cada éxito fallido, pues cada vez que has dado un paso adelante y firme, has debido retroceder por miedo, y no solo a tu miedo, sino al del resto. Porque ya no sólo sufres por ti sino que pretendes sufrir lo que el resto sufre como estandarte a tu nuevo ideal; "BETTER MAN", el bueno, el sensato... Y mientras todos te dan palmadas en la espalda y te dicen lo mucho que vales, tu cuerpo desea estallar en un estado de entropía, donde se mezclan los mil sentimientos que por hacer fácil todo has encerrado en tu vida, ya no por ti sino por ellos. 

Sientes que tan sólo eres una estación de paso, una de éstas que se ponen cuando hay obras. Y lo crees con toda convicción, pese a que tu papel te diga que no debes hacerlo saber. Crees que todo terminará porque tomaste un camino que poco a poco se va alejando el uno del otro, y pese a no querer que llegue su fin, tienes asumido que un día llegará porque jamás tuviste el poder de introducir ideas en las mentes. Tan sólo te aferras a ese tronco al que se agarra un superviviente para seguir respirando pese a que sepa que las probabilidades de sobrevivir sean escasas. No quieres que sea el fin, sin embargo, necesitas tomar una salida para destensar todos los procesos de tu mente, pues necesitas fuerzas para seguir.

4 de enero de 2012

República de la razón

Habrán pasado tres meses desde que sintió el calor de la vida de nuevo, también el frío, como era de esperar, pero el transcurso de los hechos lo ha hecho volver a ir bajo las sombras de los árboles mientras camina por la calle, esa inseguridad que sanaba con la seguridad de la oscuridad. Nunca la echo tanto de menos, tanto es así que cubría su piel del sol y sus ojos de sus rayos. Nunca negó que no tuviera miedo de volver a estar vivo, pasó mucho miedo. Entender que de nuevo su cabeza se sometería al descontrol del corazón, a esos malditos bastardos sentimientos que inhibían y marcaban al milímetro cada razón de su mente, pero lo afrontó con valor y sobretodo con ilusión. Una ilusión que poco a poco se fue evaporando y con ellos todos los sentimientos de buen augurio, dando paso a todos aquellos que destruyen al hombre débil; el odio, la pena, la tristeza, la decepción, la indiferencia... 

Las últimas voces en su mente rumoreaban que la mente de nuevo había capturado al corazón, que dentro de sí hubo un golpe de estado forzado por él mismo. Un golpe de estado que sin duda lo dejó exhausto, ya que su cabeza sabía que sus sentimientos eran pasionales y ambiciosos, y esos son resistentes y difíciles de destruir. Seguramente la mente se dio cuenta de que el volver a la vida no había hecho más que provocarle dolor. Cuanto más vivo se sentía, más intenso era el dolor. Por lo que su mente decidió, de acuerdo con él mismo, atentar contra su ilusión y su vida, y de este modo volver a las sombras, a la vida desde abajo, a la muerte pasional y a un infierno racional, donde no existen más que grises y donde el dolor tan solo es una palabra que, como la hache, no suena.

Su mente entendió que ya no tenía un porqué sólido y que, por ello, no podría soportar el hecho de afrontar los cómos que ese porqué conllevaba. Tal fue la mina en sí mismo, que incluso la razón quedó enloquecida, de tal modo, que jamás pudo obrar por cuenta propia sin salir malherida cada vez que intentaba lograr entender el qué falló, el que mal obró, el porqué a cada hecho que hirió su alma y que lo llevaban al camino del sufrimiento. Por ello, su corazón fue encarcelado junto a todos aquellos sentimientos que inundaron y obstruyeron a la razón, aquellos que fueron demasiado persistentes fueron ejecutados pese al dolor que provocaba en su alma cada pérdida. Así que finalmente, su mente restauró de nuevo la república de la razón.







"Todo lo que precede al pero son lágrimas que van a parar al mar"