6 de diciembre de 2011

Se tú por mí

Se va la luz del día y asaltan las dudas, las sombras no te dejan ver, siempre has jugado a protegerte detrás de ellas, porque así, sólo así sabrías que tu alma restaría en paz, sin cicatrices en el corazón, sin penas ni tampoco glorias. Has decidido crear un manto tan duro, que tan duro ha convertido tu piel, imposible de reblandecer ni de atravesar. Y pese a llover tanto, a que las gotas pudieran desteñir el tono pálido que tu piel dibuja a los ojos del resto, aunque tu imagen pudiera ser descuidada e imprecisa, jamás te preocupó, porque no había más preocupación que la necesidad absoluta de proteger aquello que en su día te lastimaron.

Y aparece, de la nada, una luz al fondo del callejón donde te encuentras, una luz que te crea miedo, pero a su vez invade un sentimiento cálido que produce un escalofrío tan súbito que recorre en segundos todo tu cuerpo. Tienes miedo porque sabes que esa luz te pone de nuevo al descubierto al mundo, porque enseñas de nuevo cicatrices que han marcado una vida pasada y temes de nuevo caer en un abismo que te devuelva al suelo malherido, con el propósito de nuevo curarte y volverte de nuevo duro.
Pero nada más lejos de la realidad, te has dado cuenta que cuanto más cerca ha estado, más vivo te has sentido, más grande has vuelto a ser, más libre... Se han caído todas las raíces que me asentaban bajo ese manto, ha conseguido atravesar de un soplido esa malla de acero que recubría tu piel, ha logrado reanimar tu pulso después de llevar dos años sin señales.

Y pese a todo, no sabes qué es, sólo sabes que vive en ti, que quieres disfrutar y no perderla jamás. Cautivar esa luz y hacerla estandarte de una nueva bandera, una en la que los tonos oscuros no sean protagonistas. Donde reine el verde esperanza, el rojo pasión, el naranja vitalidad, el azul tranquilidad, el blanco paz, el amarillo suerte... Y donde el negro tan sólo sea el recuerdo a todos aquello que un día estuvieron aquí y que hoy están en nuestra mente y nuestro corazón. Y conquistar cada rincón de nuestro mundo llevando tal bandera como escudo y como espada, luchar contra todos aquellos obstáculos que un día te hicieron caer una y otra vez. Sabes que darás 100103 pasos y el recuerdo que habita en el cielo jamás desaparecerá, hoy tu deseo es que pudieran compartir en vida lo que este día significa para ti.

 Hoy has decidido salir a la luz, has decidido decirle a esa luz: 

"Se tú por mí"









"Nunca te fuiste de mi vida, no estás solo"
"100103"

2 de diciembre de 2011

Colapso

Ha llovido tanto desde entonces... recuerdo cuando por entonces adoraba la lluvia, cuando mojarse mientras caminabas era un juego y que, lo que para tantos era desagradable, para mí era una señal de que seguía vivo. Ha llovido tanto...


He recordado palabras que algún día mi mente escupió en tantas hojas que guardo desordenadas por diferentes cajones; arrugadas, rotas, perdidas... como un puñado de ideas que ahora me vienen a la cabeza y que no logro clasificar. De nuevo recuerdo esa frase típica que te suelta tu madre o tu abuela cuando te decía: "No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy"... Doy por hecho que tanta información, tantos hechos y tantos pensamientos han intentado entrar en mi mente y ésta, a modo de embudo, las ha intentado introducir una a una... pero todos sabemos que si vamos echando agua a un embudo ininterrumpidamente, sin dejar que éste vaya pasando agua, al final rebosa y se cae. Y así me siento; rebosado, rebosado de información y de pensamientos, de hechos que se amontonan en mi mente y no encajan a buen recaudo en mi interior, sino que andan divagando por aquí arriba sin destino, sin solución, sin remedio... y allí perecen inmortales, esperando a atacar cuando la más mínima duda llama a la puerta de mi razón. Entonces se hace fuerte, se aferra a tal duda para generar una infección de sentimientos que no hacen más que deshacer la línea que separa mi paciencia de una locura interminable.


Me he acostumbrado a vivir apartado de mis pensamientos intentando rechazar cualquier decisión que remita a un debate intelectual entre mi mente y mi deseo, pero pese a ello no consigo lograr tal causa. Todos me recuerdan que: "Estas cosas llegan solas, no se pueden controlar... uno no decide cuando va a llegar... llega y punto". Y yo les aplaudo, porque corroboro que llegará, pero un debate entre razón y pasión es un arma de doble filo; puede ser la solución o puede ser la sentencia.


Y hace poco viví tal debate. Alguien introdujo una idea en lo más profundo de mi razón, tan adentro que mi corazón hizo conciencia de ello, y como siempre; ambos empezaron a discutir. Siempre me he considerado una persona que ha sabido entender ambas partes, pero aún así, y aunque muchos digan que no tienen favoritos dentro de un grupo, yo prefería hacer caer la balanza en favor a la razón, pues es mi "ojito derecho" y, como dice mi madre: "Tu hermano me da menos disgustos"; de ese modo yo también adoraba mi razón. Pese a ello esa idea corroía de manera drástica esa línea racional y poco a poco se anclaba más adentro de mi alma, y parece ser que a mi razón se le escapaban razones para defender su posición... Poco a poco, la pasión, mejor dicho, la "indomable pasión" se hacía con el poder de esa idea y sabía que si algún día se hacía con el control absoluto de esa idea, los cimientos de mi cabeza temblarían provocando un colapso que podría suponer mi fin... o quizás mi salvación.