13 de agosto de 2016

Héctor

"Héctor,
hijo mayor del rey Príamo y la reina Hécuba de Troya,
y esposo de Andrómaca.
El mejor guerrero troyano,
comandante de las fuerzas de la ciudad
durante la resistencia contra los griegos
durante 9 años en la batalla de Troya"

Héctor es un niño que nunca nació. Se esperó pero nunca llegó, por él vino otro. De mismo rostro, mismo cuerpo y mismo carácter, pero no fue Héctor. Héctor no fue un intento de un padre que cometió los errores que Héctor jamás pagó, errores que costaron menos de los que muchos pensaron y más de los que lo sufrieron. Héctor no pareció vivir sin complejos, ni dudas, ni miedos ni soledad... Al parecer no los sintió o por lo menos jamás lo pareció. Héctor nunca fue alegre ni simpático, ni tan siquiera dio señales de amabilidad ni de respeto; jamás se le vio como una buena persona, de hecho tampoco lo pudo pensar. Sin embargo, Héctor jamás tuvo que esconderse, jamás le asaltó el miedo ni el vértigo de una vida más. Héctor nunca sintió quedarse atrás, jamás sintió quedarse estancado, por lo menos nunca tuvo que dar síntomas de quedarse inmóvil en un punto. Héctor no dio señales de debilidad ni las ocultó, jamás sintió hacerse fuerte y esconderse bajo su propio manto. Héctor no sufre, no llora, tampoco se lesiona ni es víctima de la rueda del tiempo; simplemente no es. No vive pero tampoco muere. No siente deseos de avanzar pro tampoco avanzará. No se arriesga rompiendo la burbuja en la que se encuentra porque jamás podrá ganar... ni tampoco perder. Héctor no sufrirá noches de silencio y días interminables, ni le agobiará el calor ni le hará temblar el frío. Héctor no podrá marchar de casa, aunque lo desee con todo su alma; ni tan solo podrá enamorarse ni romperse el corazón ni tan siquiera sentirlo. Héctor jamás formará una familia aunque el tiempo lo aplaste y lo devore; no podrá corregir los errores de un padre que jamás lo tuvo, ni tan siquiera aunque fuera consciente que no podría cometer los mismos fracasos que pudo vivir. Héctor no vivirá una vida tranquila ni serena, tampoco una vida al día; una vida de fracasos ni de éxitos.

Simplemente Héctor no morirá, tampoco nació. Porque Héctor ni fue ni es ni será. 

Héctor fue la fantasía que otro vivió.

"De Héctor, nada más verlo, apoderóse
un estremecimiento;
y ya ánimo no tuvo, justamente,
para aguardarlo allí mismo a pie firme,
sino que tras de sí dejó las puertas
y horrorizado emprendió la huida
Mas cuando ya, al dar la cuarta vuelta,
junto a los manantiales se llegaron,
ya entonces, justamente, su balanza
de oro el padre tendía
y en ella colocaba
dos genios de la muerte dolorosa,
el uno, de Aquiles, y el otro,
del héroe de Héctor, domador de potros;
y habiéndola cogido por el medio,
alzábala; y tendía hacia abajo
el día fatal de Héctor,
que al Hades se iba,
pues Apolo lo había abandonado."

Homero, Ilíada, Canto XXII, 295-300.

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