Nunca fue tan fácil saber si ganábamos o perdíamos si podíamos ver a un chaval cayendo en plancha a 2 metros y 10 centímetros de altura sobre el fondo de una piscina vacía... Y entonces empezaron a llegar las primeras conclusiones...
-Tío... ¿Cómo te tiras a una piscina vacía?¿Acaso no ves que es ir a hacerte daño?¿Qué no tienes nada qué hacer?
-Nunca se sabe- Respondía el otro con algo más duro que un hueso roto
Era evidente... se trataba de una derrota más que notable.
Después existían otros que si encontraban una piscina vacía o que apenas tenía agua, ellos eran tan chulos que cogían una boca de riego bien grande en un par de segundos ya tenían la piscina llena... después de tirarse de cabeza, hecho más que evidente dado que daba por hecho que sabía que agua había, al poco hundía la piscina volviéndola a vaciar...
Y claro, es un cabrón, pero siempre gana, y de paliza.
Y luego existen aquellos que ven una piscina vacía o con poca agua, cogen una manguera y empiezan a llenarla, es un trabajo costoso y largo. Y luego piensan: ya hay suficiente agua, me tiro. Acto seguido existen dos posibilidades, que la piscina no se haya llenado lo suficiente y zas! en toda la boca; o que consigan sobrevivir al salto y haber triunfado.
Sin duda, estos son aquellos que parecen que van a empatar y por un detalle se decide si ganan o pierden por la mínima.
Conclusión, ya no sé que es mejor si quedarse en el borde con la manguera llenando una piscina hasta que sea tan evidente que rebosa el agua o tirarse a riesgo de romperse la cabeza.
Felices Fiestas Piscineros!
No hay comentarios:
Publicar un comentario