22 de noviembre de 2009

Un recuerdo inolvidable

El siguiente texto no es mío, es un texto al que le guardo un gran recuerdo y muchísimo cariño, además de ser precioso, por eso quiero que podais leerlo, y desde mi persona, rendirle mi gratitud y mi cariño:

Día a día..

Creo que cada día me desenamoraba de ti, y al siguiente me volvía a enamorar.
¿Sabes que? era precioso hacerlo cada mañana. Era lo más bonito del día. Verte y sentir que lo eras todo otra vez, renovar mis ganas de vivir. De verte, de abrazarte, de tocarte, de tenerte..

Aun así, siempre he tenido que comprobar desde la bajeza en la que me habías colocado en tu escala de valores, como de álgida era tu posición en la mía. Siempre has disfrazado con destreza, de cien, el cincuenta por ciento que me regalabas.

Y siempre me ha dado igual, ya lo sabes.




Me he pasado la tarde en la playa. La temperatura no era del todo agradable, pero lo peor es que hacia las ocho no se veía casi nada de la niebla caprichosa, que lo ha inundado todo copiándose de manera descarada de mi estado de ánimo.
Era bonito igualmente, se podía pensar bien. La verdad es que no te echaba de menos, mi imaginación jugaba a dibujarte a mi lado. Te contaba mis preocupaciones y los miedos de los que presumo no tener, mis sensaciones más profundas, mis temores infundados y las verdades que recorren mi mente. Las mil cosas que siempre he querido decirte.
Y te prometo que me escuchabas mi vida. Podía notar incluso como me mirabas mientras te relataba como de bonita era mi vida a tu lado.
El mar me ha visto llorar, la arena ha notado como caían mis lágrimas una a una y la empapaba más de lo que ya estaba por la humedad. El cielo me ha visto desesperarme, la luna me ha oído suplicarle a “Dios” que te cuide..
Las estrellas se han asomado en la espesura de la noche para escuchar como clamaba al cielo que no volviera a unir nuestros caminos, pues una vez he decidido irme, no quiero bajo ninguna circunstancia volver la vista atrás para reseguir el camino que una vez ya han hecho mis pisadas.





Riete de mi,ya puedes, porque tengo las bambas del 33 y medio de las que tantas bromas llegaste a hacer, llenas de arena.



Ya sabes, las despedidas siempre se me han dado mal, y cuando en la realidad te has ido hoy a rondar la noche, se me ha caído el mundo encima, a pesar de ser yo la que ha dicho primero adiós. Me he envuelto el alma con tu “adiós pequeña” y me he resguardado tímidamente del frío, esperando que tu manta de palabras aguante lo que resta de velada. Me quedaré con tu último te quiero, que me llene la noche.
Te vas, solucionando todo con un único verbo líquido y sin mi, mientras yo derramo otros verbos que resbalan con prisa por mis mejillas, guiñándole un ojo al destino.
Y te vas.. incluso te fuiste los dos días en que más te necesitaba, siempre con la misma idea, recurriendo a la alternativa de esconder tus problemas a tu propia conciencia que es quien mejor los conoce.
Desde entonces, odio ese verbo líquido del que hablaba, propio de borrachos sin vida y alcohólicos anónimos.

Ten cuidado por favor, quizá sea lo último que te pido.

Sabes que te esperaré despierta, por si vienes, me abrazas y te haces un hueco en el lado de la pared de mi cama. Y con un “te quiero” bonito nos dormimos los dos de la mano, y nos despertamos cada uno en un sitio diferente pero con los dedos entrelazados en un “siempre”. Y no sé ya si tú lo sabes, pero yo no sé si te espero como aquel que ansia algo que ha perdido, o te espero por que sé que eres lo que quiero. Igual que tampoco tengo la certeza de que la opción correcta sea irme, y sin saberlo me voy.



Gracias por todo :)

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