Todo parece como si me moviera por un bosque de noche. Se oye el ruido de los grillos, el sonido del silencio, y los susurros del viento, y sigo caminando. Pongo ambas manos hacia adelante, para no chocar de cara contra nada que haya en el camino pero la corteza de los árboles contra los que choco me hace heridas en las manos, y cada vez me da más miedo volver a chocarme. El dolor nunca fue una excusa para rendirme pero con cada paso que daba aquel factor cada vez se hacía más grande y más intenso. Cada vez bajaba más mis manos y ahora parecía que casi prefería chocar con la cara que caer con las manos. Mis pasos son lentos e inseguros, mirando al frente y al suelo, con cuidado, con pies de plomo. Mi cabeza me bloqueaba y mis pies no reaccionaban a penas. A pesar de no hacer frío tiritaba, mi sangre se congelaba tan sólo de sentir tantísima desconfianza, tantísimo miedo al camino...
Paso a paso todo va pareciendo más oscuro pero al parar en el camino pienso en la playa, en mi mundo, en mi entorno, en mi gente, en mi... Al abrir los ojos mil y una luciérnagas iluminaban poco a poco un camino de luces a través de un campo frondoso e inmenso de dudas, pero con fe, con esperanza ciega, camino sin ver mis pies creyendo que esas luces me llevarán hacia algo mejor. No pienso en caer, ni tan siquiera en meter el pie en un hoyo, esas luces me dan seguridad, siento que mis ángeles me guardan y que no estoy solo en aquella inmensidad lúgubre. No me importa que nadie me dé la mano, mi mente se inunda de recuerdos, de memoria a los que siempre están conmigo día a día, e incluso los que ya no están pero están conmigo, en mi piel... en mis pensamientos. Y aunque siga aquí, en un bosque oscuro y lleno de incertidumbre, me mantengo en pie, caminando paso a paso con la cabeza bien alta y las manos en los bolsillos. El miedo ya no existe, las dudas desaparecen, mil y una luciérnagas me guían en el camino
Qué razón tienes... El tiempo... Me gusta que hables de él. Sabes? Durante mucho tiempo me hice la valiente, decidí emanciparme de él. Me quité mi reloj y dejé de ser esclava de éste por un tiempo. Pero, ¿a quién pretendía engañar? Era ridículo. El tiempo pasaba, y al no tenerlo en cuenta, no lo disfrutaba. Creeme, es necesario y arbitrario en nuestra vida.
ResponderEliminarQué es tiempo si no más que una proeza de nuestra suerte. Tras varios años he entendido que aunque al principio nos suenen a algo turbio los últimos acontecimientos, no son más que un prólogo de lo que está por llegar. El pensar en quienes perdemos, en quienes hemos perdido con el paso de ese tiempo, nos duele pero a la vez nos ratifica; y eso, es positivo.
Tiempo, qué miedo le tuve siempre y que fuerte me ha hecho...